Nuestro terruño
«Terruño es un ecosistema interactivo, en un lugar determinado, que incluye el clima, el suelo, la variedad y el factor humano. La expresión “terroir” implica tradición vitícola.»
(Seguin, 1988)
En Parés Baltà creemos que un vino debe reflejar su lugar de origen, sus singularidades e idiosincrasias, aquello que le hace distinto del resto.
Nuestra ilusión es elaborar vinos y cavas de añada que expresen con naturalidad el carácter y personalidad que les otorga su origen: nuestra tierra, el clima, las variedades autóctonas y nuestra larga tradición vitivinícola.
El Penedés goza de un patrimonio único que tiene una gran influencia en nuestros vinos.
Los hallazgos arqueológicos confirman que los primeros indicios vitícolas de la zona son del siglo VII a.C., momento en el que los navegantes fenicios comenzaron a compartir algunas técnicas de cultivo y vinificación con los íberos locales. Veintisiete siglos de historia y una orografía muy desigual han convertido el Penedés en una de las grandes regiones vitívinícolas del mundo.
Los microclimas del Penedés
Los microclimas se definen por su geografía: altura, precipitación, proximidad al mar Mediterráneo o al río Foix y exposición al sol.
Nuestras fincas están situadas en el Penedés, en altitudes que van de los 170 m a los 800 m y entre 10 km y 50 km del mar.
En los viñedos más altos y más alejados del litoral, los vientos y las temperaturas fluctúan considerablemente, lo que hace que las uvas maduren más lentamente y que se cosechen entre 4 y 6 semanas más tarde que en los viñedos de la llanura.
Es justamente esta disparidad de altitudes y proximidad al mar lo que brinda a nuestros viñedos una amplia variedad de suelos y climas. Y es justamente esta diversidad la que nos permite cultivar 16 variedades de uva diferentes, cada una de ellas plantadas en la finca que consideramos más adecuada para que pueda expresarse mejor y potenciar así todo su carácter y personalidad.
Nuestro objetivo es elaborar vinos y cavas que nos hablen de su lugar de origen y que sean un fiel reflejo de nuestro terruño (clima, suelo, variedades) y de nuestra manera de cuidar la tierra.
Los suelos de nuestras fincas
El suelo no es únicamente el hábitat de la vid, es el elemento a través del cual se nutre. Si éste es vivo, sano y libre de pesticidas, permitirá a la cepa crecer de forma sana a lo largo de los años.
Los tipos de suelos tienen una influencia vital en el carácter y la calidad del vino que vamos a elaborar; puesto que éste, junto con el clima y la forma de cultivo son quienes determinarán los atributos de la uva.
Los mejores suelos para el cultivo de la vid suelen ser pobres en materia orgánica. Las cepas son plantas muy rústicas y, excepto en suelos salinos, puede crecer en cualquier tipo de terreno, sin necesidad de grandes cantidades de agua ni de nutrientes.
La cepa se desarrolla mejor en suelos de baja fertilidad, profundos y calizos procedentes del Mioceno. Todos derivan de una roca madre que al meteorizarse forman distintos terrenos, dependiendo del origen de esa roca y de las condiciones ambientales en las que se halla.
Parés Baltà
Suelo franco de baja permeabilidad y buena retención de agua que dificulta el sufrimiento por estrés hídrico y la pérdida aromática por esta causa. Su origen se encuentra en el Cuaternario, en el Pleistoceno y Holoceno, a partir de sedimentos continentales.
Cal Miret
Suelos franco-arcillosos, profundos de pendientes suaves. Conforman un paisaje ligeramente ondulado. Originario del Cuaternario, concretamente del Pleistoceno y Holoceno, a partir de sedimentos continentales.
Les Valls – Les Torres
Suelos francos, profundos y pedregosos con buen drenaje. Es un suelo uniforme, fértil y frescal, fruto en parte de su orientación Norte. Estrato de calcáreas y dolomitas originado en el Mesozoico (Era Secundaria), concretamente en el triásico.
Els Pujols
Suelo franco calcáreo-arcilloso de alta permeabilidad y escasa retención de agua. Niveles medios de materia orgánica y nutrientes que han requerido un control basado en no aportar abonos nitrogenados durante muchos años. Superficie dominada por piedras de río de canto rodado.
La Torreta
Suelos francos, bien drenados y de textura media, pero muy superficiales y con muchos elementos rocosos que dificultan la vida de las cepas y concentran sus vinos. Gran presencia de fósiles marinos en superficie y profundidad. Subsuelo calcáreo.
Las variedades
En Parés Baltà queremos dar protagonismo a las variedades autóctonas de la zona, como son la garnacha, xarel.lo, macabeo, parellada, sumoll, cariñena blanca y malvasía de sitges. Buscamos su máxima expresión y carácter a través del cultivo biodinámico, el tipo de agricultura más respetuosa, no sólo con la planta sino con el entorno, generando y fomentando la biodiversidad de animales y plantas, capaces de ayudarse entre ellos y requiriendo muy poca intervención humana.
Las variedades autóctonas y más arraigadas al Penedés se caracterizan por su versatilidad y personalidad, cada una de ellas, elaboradas con mínima intervención en bodega, nos darán un vino capaz de mostrar sus cualidades intrínsecas y su lugar de origen.
Xarel.lo
Variedad insignia del Penedès. Se trata de una uva de gran versatilidad y con un gran potencial de envejecimiento. Se caracteriza por su rusticidad y su gran adaptación a climas cálidos y secos.
Macabeo
Variedad rústica y polivalente, y una de las 3 variedades que conforman el cupaje tradicional del cava. Aporta viveza, frescor y equilibrio.
Garnacha tinta
Variedad minoritaria en el Penedès pero de gran tradición por nuestros ancestros. Su principal característica es la intensidad aromática a frutos silvestres.
Garnacha blanca
Variedad cuya característica principal es su excelente acidez, que compensa con el alcohol y el equilibrio en los matices oxidativos a la hora de vinificarla.
Malvasia de Sitges
Una variedad con una historia arraigada a la población costera de Sitges. Gran potencial aromático y acidez.
Cariñena blanca
Variedad de muy escasa plantación originaria del norte de Cataluña y casi desaparecida. Nos da unos vinos con una acidez excelente y gran textura, lo que permite un largo envejecimiento.
Moneu
Variedad tinta originaria del Penedès, desaparecida durante años y recuperada desde 2019. De ciclo largo y gran resistencia a la sequía. Variedad con mucha acidez que nos dará vinos frescos y de baja graduación alcohólica.
Forcada
Variedad blanca originaria del Penedès, desaparecida durante años y recuperada desde 2019. De ciclo largo y gran resistencia a la sequía. Nos da vinos con mucha tensión y muy perfumados.
Gracias a la diversidad de los microclimas y suelos de nuestros viñedos, también cultivamos variedades foráneas. En las zonas más altas y frías, entre los 400 y los 800 metros: Chardonnay, Sauvignon Blanc, Gewürztraminer, Pinot Noir, Merlot… y en las zonas más bajas y cálidas, entre los 170 y los 350 metros: Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc, Syrah y Tempranillo.
Algunas las elaboramos como varietales, por ejemplo la Syrah para Marta de Baltà, mientras que otras las utilizamos para hacer coupages, Mas Irene o Mas Elena, aportando cada uva complejidad, personalidad y elegancia al vino.
La tradición y el factor humano
El trabajo del viticultor también es fundamental al elaborar un vino o cava de calidad. Las acciones que llevamos a cabo en el viñedo, influirán directamente sobre las cepas, su fruto y el vino que obtendremos de ellos.
Seguimos el ritmo de la naturaleza y el cosmos al realizar las tareas del campo y practicamos la agricultura biodinámica -sin uso de pesticidas ni herbicidas-, ayudándonos únicamente de lo que nos ofrece la naturaleza para enriquecerla y apoyarla a crecer sana y vital.
La observación, instrumento y método
Nuestra misión, a través de años de observación, aprendizaje y sobre todo, mucha pasión, es acompañar a las cepas en sus ciclos vitales, observar sus necesidades y darles solo aquello que nos piden, cuando nos lo piden, para así obtener una uva de la máxima calidad que nos ayude a elaborar vinos tan auténticos como sinceros, fiel reflejo de nuestra pasión y nuestras tradiciones.
Fieles a nuestro origen
La autenticidad y singularidad de un vino viene dada por el origen, por eso, la elaboración del vino se realiza con mínima intervención en bodega, respetando las características de la propia variedad y su manera de expresarse a través de las singularidades que le han otorgado el suelo y el clima en el que han crecido.
Sólo de esta manera podremos alcanzar nuestro objetivo; elaborar vinos y cavas capaces de trasladarnos a su lugar de origen.