A pesar de algunas cosas mejoran con la edad, todos hemos constatado en algún momento de nuestra vida que nada dura para siempre. Este es un hecho intrínseco a los alimentos y materiales orgánicos. El vino no es diferente, el vino está vivo, y como consecuencia, tiene un ciclo de vida.
Si sois de los que les gusta el vino, probablemente os habréis preguntado alguna vez: ¿qué vida puede llegar a tener mi vino preferido?
La respuesta a la pregunta depende de dos factores:
- El tipo de vino: blanco, rosado, tinto, joven…
- Las condiciones de conservación.
Sin entrar en profundidad, ya que es un tema complejo, podemos decir que un vino blanco o rosado joven, un vino tinto joven o de cosecha se conservan en buenas condiciones entre 1 y 3 años después de su vendimia, reflejada en la etiqueta de la botella. En cambio, cuando el vino blanco o tinto ha realizado crianza en barrica de madera puede llegar a durar hasta 10 años o incluso más; en esta categoría encontramos nuestro Electio, vino blanco, y Hisenda Miret, en vino tinto.
De hecho, uno de los puntos a destacar es que cuando más tiempo el vino haya estado en barrica, más larga será su ciclo de vida. Esto se debe a que la composición tiene más estructura y es más compleja.
Los cavas de larga crianza o Gran Reserva, como nuestros Microcuvées, se elaboran con la clara intención de prolongarse en el tiempo. La selección de las mejores uvas de nuestras mejores parcelas, y un trabajo meticuloso en bodega, hacen que estos cavas tengan una vida muy muy larga. Así, y junto al reposo en la cava, se consigue afinar sus aromas y crear una untuosidad sorprendente gracias al contacto con sus Lías.
Estos cavas, con crianzas superiores a los 30 meses, pueden guardarse hasta los 2 o 3 años, después de su fecha de degüelle.
Referente a los cavas jóvenes, con un mínimo de 9 meses de crianza en botella, se deben beber al año o año y medio después de su fecha de degüelle. Y los Reserva (a partir de 15 meses a 30 meses de crianza) pueden guardarse hasta 2 años después de su fecha de degüelle.
Es importante, al comprar una botella de cava, fijarse en la fecha de degüelle, que es la que indica en qué momento el enólogo considera terminada la crianza y puede ser consumido en su punto óptimo.
Tal y como hemos comentado al principio, el segundo punto a tener en cuenta son las condiciones en las que guardamos el vino:
Una vez tenéis el vino en casa, debéis procurar que esté en un sitio oscuro, fresco y seco. La posición de las botellas dependerá también de cuánto tiempo queréis guardar el vino; si es para consumir inmediatamente, podéis guardarlo de forma vertical. Si la idea es reservarlo para una ocasión especial, conservadlas de forma horizontal, ya que el tapón de corcho conviene que este continuamente en contacto con el vino para que no se reseque y no provoque defectos en el vino por entrada de aire en la botella.
Sin embargo, la conservación del vino no es una ciencia exacta y la única manera de saber si un vino ha alcanzado su punto óptimo de consumo es abriéndolo, probándolo y disfrutándolo.
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