En el Penedés, la sequía ha sido la protagonista de todo el ciclo vegetativo 2021, a excepción del mes de septiembre, en el que la lluvia fue casi diaria. De enero a agosto, cayeron 135 l/m2, y sólo en septiembre 139 l/m2.
Acabamos la vendimia 2020 exhaustos por los efectos de tanta lluvia durante todo el ciclo vegetativo de la vid, que provocó un gran ataque de mildiu. Estábamos tan asustados de vivir otra primavera tan abundante en agua, que al principio del 2021 existía una sensación de superstición si llovía. Pero pasaban las semanas y el agua no llegaba.
En los viñedos más altos, a 600 metros de altitud, tuvimos dos pequeñas nevadas en enero y marzo que hicieron retrasar la poda de invierno en algunas parcelas, postergando el lloro de la vid hasta inicios de abril. Éstas nevadas supusieron una reserva de agua para la planta muy importante, ya que consiguieron mitigar los efectos de la sequía en los viñedos de más altura.
En general, los primeros brotes se adelantaron un poco y la floración y el cuajado tuvieron muy buen rendimiento. A pesar de esto, la producción se vio afectada por la falta de agua en las zonas más bajas, a pesar de que retiramos la cubierta vegetal en algunas zonas donde la sequía era extrema.
Las temperaturas de primavera y verano fueron las normales para la época. En julio y agosto tuvimos un par de olas de calor que hicieron madurar bien la uva, y algunas tormentas ayudaron a refrescar las noches.
Climatología durante la vendimia
La vendimia empezó la primera quincena de agosto con las variedades foráneas, como el chardonnay, y a finales de agosto empezamos con las variedades típicas del cava, macabeo y xarel.lo. La definimos como una vendimia de contrastes ya que la empezamos con una fuerte ola de calor y la terminamos con lluvia a diario. Las altas temperaturas nos ponían en situación de estrés a todos, plantas incluidas, ya que la maduración estaba yendo demasiado deprisa y no veíamos el modo de cosechar todas las variedades tempranas a la vez.
Y a partir del 30 de agosto todo cambió. Empezamos a tener pequeñas lluvias de tarde que ayudaron a refrescar el ambiente, las plantas y a dar un respiro a la maduración acelerada. Los ánimos se fueron calmando y volvimos al ritmo normal de vendimia.
Iban pasando los días y casi a diario llegaban lluvias, incluso tormentas de verano de 50 litros en media hora que inundaban campos, calles y anegaban los viñedos que se estaban cosechando, haciendo casi imposible la salida del tractor de la viña.
Los viñedos que todavía conservaban la cubierta vegetal, quemada por el calor, eran de más fácil acceso, y en pocos días éstas volvieron a estar llenas de vida, verdes y con hierba de hasta 2 palmos.
Así llegamos a finales de setiembre, con lluvia diaria y con unas temperaturas de inicio de otoño de libro de meteorología.
La calidad aromática y el equilibrio en acidez fue excelente durante la primera parte de la vendimia. En la segunda parte, la lluvia nos obligó a tomar decisiones difíciles, sobre todo por el complicado acceso a viñedos poco practicables por causa de la lluvia.
En términos generales, estamos contentos con los resultados y a pesar de que la sequía ha reducido la producción, no ha sido tan drástica como se preveía.
Hemos podido realizar toda la vendimia manual y todas las vinificaciones que estaban en la hoja de ruta del año.
Y como siempre, podréis disfrutar de alguna novedad ilusionante que se va cociendo en bodega.
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